Rewrite some Articles for me

Hola,

Necesito que esto sea re escrito de una forma que el lector quede necesitando leer mas

El Sombreron y Camila.

La noche inicio con sangre y un grito de como quien muere pero nace. Camila una trigueña de ojos grandes y enamorados se había convertido en mujer. A lo lejos una guitarra vibraba y se escuchaba una vos tan dulce y carrasposa que opacaba al mismo Silvio Rodríguez y con tal romance que un, no, era algo inconcebible. Esa tarde después de una noche de serenatas, taconeo al estilo flamenco y copas, amaneció Pablo un eterno enamorado de poca estatura quien noche tras noche le canta al amor. Pablo no tiene mucho que dar con un rostro apagado y avenjetado, aparenta muchos más años de los que realmente tiene, pero como una sirena a marinero cuando canta simplemente enamora. Su traje todo negro al igual que su sombrero desproporcionado. Pero al fin un hijo de Dios, por que el diablo también puede reclamar el titulo. La noche anterior su atención fue presa de ella, una piel verde olivo con ojos tan grandes y llenos de vida y amor, como nunca había visto, una carcajada que era una explosión de vida y una vitalidad que el mismo sol se veia eclipsado y una cabellera ensortijada que vibraba con el solo contacto con el viento de la ventana, vibrante de vida Mauritania. A la noche siguiente junto a su caballo de metal negro montaba a toda velocidad quien sin detalle veía, podría decir que nada había pasado, pero como trueno después del relámpago se paseaba por las calles, casi que aparecía y desaparecía por encanto. A su regreso lo esperan dos enormes perros, uno blanco y uno negro. Pero esas es una historia para otro momento. De noche en noche se les presenta a los borrachos, a los que pelan, trasnochadores y jugadores tramposos. Los viernes, donde el hombre paso y pasa. Era su día predilecto a veces seguido y otras no. Hay quienes dicen que murió ya hace bastante, pero quien sabe si en realidad existió. Hasta esa noche cuando se presento, sobre la ventana, pensó así mismo, por que pensarían que debería ir al templo, si no voy es por que canto y cantar es orar dos veces y aprendí a orar, cantando. A Pablo, Camila le parecía tan bella, que dolía. Ella era el resumen de los sueños de cualquier hombre y el siento un sibarita, no se permitiría perderse algo bello. Y hoy, está resuelto. Camila seria suya. Por la noche solo se podían escuchar los mil murmullos y risas, acompañadas de los acorde de su guitarra gitana. Todo esto el preámbulo de una su templo, de una ceremonia. Como una llama recién encendida el primer poema que se pudo distinguir era, Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo, 
sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura, 
en regiones contrarias, en un mediodía quemante: 
eras solo el aroma de los cereales que amo. Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa 
en Angol, a la luz de la luna de Junio, 
o eras tú la cintura de aquella guitarra 
que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido. Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria. 
En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato. 
Pero yo ya sabía cómo era. De pronto mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida: 
frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas. 
Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino. Quien diría, que el Sombreron conocería a Nerura de corazón. Al cantarle y recitar la poesía, le trenzaba su cabellera, mientras Camila, sentía solo amor por esta figura decrepita que en ningún momento le hubiera parecido atractivo e ninguna otra ocasión, excepto en el momento que su guitarra y su labia la liberaban del miedo. Hasta que un día, ya en su casa, en sus corredores. La guitarra y la poesía ya no se oyeron, y Camila, nunca más se le volvió a ver.

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